La Asesina de Guillermo Andino
Gran conmoción provocó la orden del Juez Griesa al ordenar la detención de Guillermo Andino, imputado por los asesinatos de Ursula Vargues, Alejandra Martínez, Claudia Martínez, Gisela Van Lacke y Carolina Pratt, su propia esposa.
- Tenemos pruebas suficientes para determinar que el señor Guillermo Andino – dijo el Fiscal Carlos Gonella ante las cámaras – es un asesino de mujeres, y asesinó a sangre fría a las damas citadas, incluyendo su propia esposa, hemos ordenado su detención inmediata y la urgente celebración de un juicio popular, que dictaminará su culpabilidad o inocencia.
Demás esta decir el espectáculo mediático que se desató con la detención de Andino, el operativo encabezado por el Comisario Miguel fue realmente cinematográfico. A pesar del despliegue, Andino se entregó sin resistencia alguna, eso sí, a los gritos, clamando su inocencia.
- ¡Soy inocente! ¡Soy inocente! ¡No soy un asesino! ¡No asesiné a mi propia esposa! ¡Sería incapaz de asesinar a alguien, menos a una mujer, menos a mi propia esposa! ¡No soy un Quesón! ¡No mató mujeres ni tiró Quesos! ¡No me llamo Carlos! ¡No puedo ser un Quesón! ¡Me entregó porque se que el pueblo clamará mi inocencia! ¡Quiero someterme a juicio popular ya! ¡El Comisario Miguel, el Fiscal Carlos Gonella y el juez Griesa pagaran por esta afrenta! ¡Exigiré sumas millonarias! ¡El abogado Pepe Curdeles será mi defensor! ¡Saldré fortalecido de todo esto!
A la espera del juicio popular, Andino fue conducido a la célebre, mítica y oscura prisión de San Onofre, donde lo encerraron en un calabozo a pan y agua, en una mazmorra, encadenado y acostado sobre su cama de piedra, además de sufrir no pocos malos tratos por parte de los carceleros.
- ¿Así que te gusta matar mujeres, Guillermo? – le dijo el carcelero morocho, y ¡pum! le encajó una patada.
- ¡Soy inocente! ¡No mataría a una mosca!
- Sin embargo, las destrozaste a cuchillazos y machetazos, además de tirarle un Queso – le dijo el carcelero rubio, y ¡pum! le encajó otra patada.
- Ustedes también pagaran por estos tratos, todos lo van a pagar, lacras miserables muertas de hambre.
- Aca el único muerto de hambre sos vos, Andino, toma pan y agua, hasta el juicio popular.
- Seré declarado inocente, el pueblo esta conmigo.
- Ja, ja, ja, eso lo veremos Andino, las pruebas son contundentes.
Esa misma noche, hubo enormes manifestaciones alrededor de la Penitenciaría, los pañuelos celestes y blancos proclamaban la inocencia de Andino, los pañuelos rojos proclamaban su culpabilidad con el lema “Andino Quesón, culpable y asesino”.
- Los celestes y blancos son de Racing por eso me apoyan, los rojos son de Independiente, por eso están en mi contra – manifestó Andino al enterarse de las pasiones que su detención e inminente juicio estaba provocando en la sociedad.
Era la madrugada, y Andino no podía dormir, se revolcaba en el colchón puesto sobre la cama de piedra, cuando se abrió la puerta del calabozo, y vio como una especie de resplandor, y del mismo, emanó una figura femenina, de enorme belleza, una mujer igual a Valeria Mazza, pero en los años 90.
- ¡Ya me ejecutaron! – dijo Andino - ¡Estoy muerto! ¡Y estoy viendo el paraíso! ¡Vos sos Valeria Mazza, asesinada y quesoneada por Carlos Delfino!
- Ja, ja, ja – la chica lanzó una sarcástica sonrisa - ¡Me parezco mucho a esa mujer que estas nombrando pero no soy ella, ella fue quesoneada, yo soy una Quesona! ¡Nací como Carlota pero me podes llamar Ravelia! ¡O mejor, simplemente Quesona!
- ¿Una Quesona? ¡A mi me acusan de ser un Quesón, no entienden que no me llamó Carlos y que soy inocente!
- Precisamente por eso vengo – dijo la Quesona – se que sos inocente, un Guillermo jamás podría cometer esos crímenes, a esas mujeres las asesinó Carlos Matías Sandes, un basquetbolista, y Carlos Ignacio Fernández Lobbe, un rugbier, je, je, je, y Sandes fue el que asesinó a tu mujer.
- ¡Ayudame! ¡Por favor! ¡Te lo suplico, Quesona!
- Para eso estoy aca, voy a testificar a tu favor, tengo pruebas contundentes para tu inocencia, pero todo tiene un precio.
- ¿Un precio, Quesona?
- Alla por los años 90, cuando era una niña o una adolescente, soñaba con acostarme con vos y tener sexo, hoy vengo por eso, y el pueblo dictará tu inocencia.
- Sí ese es el precio que hay que pagar, soy todo tuyo, Quesona.
Andino permaneció sobre la cama, donde estaba encadenado, y Ravelia empezó a hacerle cosquillas en los pies, a Andino le resultó una auténtica tortura, pero se lo aguantó en forma estoica, casi que no tenía otra alternativa, despues Ravelia empezó a chuparle, lamerle, olerle y besarle los pies, con gran intensidad.
- Nunca podrías ser un asesino, Guillermo – le dijo la Quesona - no tenes olor a Queso en los pies y eso que estas aca, sucio, encerrado y torturado.
- ¿Los asesinos tienen olor a Queso? ¡Entonces Carolina olió los pies de su asesino antes de que la quesonearan!
- Por supuesto, eso ocurrió – dijo la Quesona, y siguió ahora chupándole la pija a Andino, también con furia e intensidad, despues el culo, y despues siguió con cosquillas en todo el cuerpo.
- Chupame las tetas, Guillermo – le dijo la Quesona, satisfecha ya con la fellatio, la chupada y las cosquillas.
- No, no tengo ganas, estoy muy cansado – le dijo Andino.
- Supongo que no me vas a negar la satisfacción de penetrarme con tu potente pija.
Andino entonces la penetró y la complació, la pija era potente pero la cogida no fue gran cosa, para Andino fue un simple trámite, y Ravelia pasó mejores momentos con todos sus otros quesudos y quesoneados, esto fue solo una obligación para completar la faena.
- Quizás no fui todo lo bueno que pude ser, pero bueno, comprenderás la situación – le dijo Andino, al advertir la decepción de la Quesona – estoy atado en esta mazmorra, encadenado.
- No estuvo mal, Guillermo, aunque pudo ser mejor, pero mejor será el juego que sigue a continuación.
- ¿Juego? – dijo Andino.
Como un reptil, la Quesona se arrastró sobre Andino y en forma muy rápida, con sus guantes negros, le colocó una soga alrededor del cuello, y en forma también rápida, una bolsa sobre la cabeza, y en forma aún más rápida, comenzó a estrangularlo y asfixiarlo, Andino pudo oponer alguna resistencia, pero al estar encadenado, todo esfuerzo fue inútil, le costó a Ravelia asesinarlo, pero finalmente lo consiguió.
- Queso, #GuillermoAndino – dijo Ravelia tirando un gran Queso sobre el cadáver de Andino.
La Quesona entonces desencadenó el cadáver de Andino, y lo colgó con una soga de una viga que salía arriba de la mazmorra, y el cadáver permaneció así, ahorcado, colgado, con el Queso debajo del mismo, hasta que los carceleros lo descubrieron a la mañana siguiente.
- ¡El reo Andino se ha suicidado, admitiendo así su culpabilidad, prefirió ahorcarse antes que enfrentar el juicio popular que lo iba a condenar a esta misma pena! – declaró el Señor Antín, Director de la Cárcel de San Onofre.
Y así quedaron las cosas, pero Ravelia, la Quesona, sabía que no era un suicidio, sino un asesinato, y que ella era la asesina, y con un par de zapatos talle 46 y otro de zapatillas de Guillermo Andino, en su vasta colección de calzados de sus víctimas.
¿No lo habían quesoneado ya?
ResponderBorrarexcelente cuento, con una atmosfera oscura, una ejecución casi, Ravelia como siempre inmejorable y Andino merecía el castigo
ResponderBorrarun gran cuento, sin duda, diferente, divertido con el juez griesa y las menciones a El Marginal, siempre el cronista es creativo, buen marco para ejecutar a Andino y hacer creer que es un quesón
ResponderBorrarLAS ASESINAS ESTAN CON TUTTI, AGACHATE QUE TE TIRAN UN SOQUE
ResponderBorrarsexo, misterio, queso, justicia, todo en uno, un lujo que solo los relatos quesones nos pueden ofrecer y que buen papel desempeño Andino, para el mundo un asesino serial que no quiso afrontar a la justicia
ResponderBorraresto de acusar a otros de los crimenes quesones podría ser un recurso más utilizado en otros cuentos, así el mundo resuelve los asesinatos y las quesonas se encargan de estos tipos, un buen recurso
ResponderBorraren cuanto a Andino, la verdad es un idiota
matar a andino un acto de conmiseración
ResponderBorraruna conspiración total del poder judicial contra Andino
ResponderBorrarEs cierto, buen recurso lo de le atribuirle a otros, como algunos famosos, la culpabilidad de los asesinatos de famosas.
ResponderBorrarAhora los fans de El Garage se sentirán vengados. Y admiraran al comisario Miguel, al fiscal Gonella. Es algo que se podría mencionar en futuros relatos.
Ravelia siempre con su estilo. Estaría bien otra misión conjunta con su hija, la tatuada.
Un detalle no es Claudia Martínez, sino Claudia Fernández, la quesoneada conductora de El Garage.
ResponderBorrar¿Y este Carlos? que raro que no tiene algunos cuentitos como "asesino" o "quesón"
ResponderBorrarEstá claro que el carcelero era un fan de las conductoras de El Garage.
ResponderBorrarLa poca dedicación que le puso al sexo con Ravelia, una mujer por la cual más de uno moriría por estar con ella, hace que tenga sentido la pregunta que Lady Dumitrescu le hizo a Karin Cohen.
miren todas estas minas, todas quesoneadas
ResponderBorrarhttps://www.google.com/amp/s/www.infobae.com/teleshow/infoshow/2018/02/24/siempre-diosas-las-fotos-de-las-modelos-argentinas-mas-famosas-en-sus-primeros-anos-de-carrera/%3foutputType=amp-type