La Asesina de Alejandro Lacroix, Luciano De Cecco y Pablo Crer

LA SAGA DE CARLA ROMANINI, LA QUESONA ASESINA (12/17)
LA ASESINA DE ALEJANDRO LACROIX, LUCIANO DE CECCO Y PABLO CRER


LA ASESINA DE ALEJANDRO LACROIX


Alejandro Lacroix (se pronuncia “Lacrua”) es un DJ de gran fama, con una más que importante notoriedad. “Me defino como un “entrepreneur”. Me identifico con todas esas actividades, soy todo eso, me define. Soy dj, modelo, gastronómico, padre, conductor. Me siento muy cómodo cuando hago cada una de ellas, todas forman parte de mi vida y hacen que sea quién soy” así se presentó el mismo día en una entrevista.
En esa misma entrevista, habló de la importancia de los zapatos en su vida, “Mandé a hacer un guarda zapatos para organizar todos mis pares. Está al lado de mi cama y tiene casi 32 casilleros. Me gusta estar organizado, saber lo que tengo, sino la mitad de las cosas uno ni sabe que las tiene. Hace poco, me compré unas botas de lluvia; tuve que cubrir un festival en Atlanta y llovió 3 días seguidos, fueron una de mis mejores adquisiciones. También tengo unas botas de cuero color suela, bajas, muy cancheras, que uso mucho. Cuando era más chico era más de comprar por comprar, pero ahora soy más consciente de la compra. Generalmente, hago una distribución del calzado en el día, voy cambiando depende de la ocasión. Considero que el calzado es importante, el conjunto del todo te hace lucir bien y vestir con éxito”.



Precisamente una tarde de lluvia, en Buenos Aires, para colmo, sin fútbol, un triste domingo sobre la ciudad, nuestro Ale Lacroix se encontraba en su residencia, mezclando músicas, para ver como destrozar algunas canciones clásicas del rock nacional. Había comprado un par de zapatos nuevos por delivery. Mientras la música sonaba al más alto volumen, sonó el timbre, era el delivery, sin duda. Ale pensaba que el chico del delivery seria algún morochito de la villa, pero para su sorpresa, era una chica, rubia, muy bella y despampanante.
- Hola – le dijo la rubia – soy Carla, Carla Romanini, acá tenés los zapatos, Alejandro.
- ¡Qué sorpresa! Yo te conozco, te ví en algún programa de Kuarzo, con Pablo Giménez y los demás, estaba Juan Pérsico también, ¿Ahora repartís zapatos?
- Es que comencé con un emprendimiento por Mercado Libre, “Zapatos Carla”, son zapatos de alto costo, los compro en Europa, yo misma los repartó, y sobre los de Kuarzo, sí es verdad, pobres Pablo y Juan, pero bueno, los asesinaron, que en su Queso descansen.
Lacroix se sintió movido por un extraño impulso, irrefrenable, y sin pensar, le dijo a Carla:
- ¿Querés entrar, Carla? Te voy a mostrar mis zapatos.
- Gracias, Alejandro, sí, quiero entrar. Cuando me compraste estos zapatos, googlee tu nombre y me llamó la atención eso de los zapatos.



El DJ la hizo entrar a Carla, que vio aquella colección de zapatos. A Carla, a la asesina, le llamó mucho la atención, era como la mítica colección de Ravelia, la Quesona, donde tenía acomodados de manera muy prolija, y ordenadas, los pares de zapatos o zapatillas, también algunas ojotas, de sus víctimas, de todos los hombres que había asesinado, la mayoría de ellos famosos deportistas. Ella misma, Carla Romanini, tenia una colección similar, junto a los retratos de sus víctimas. La chica quedó embelesada viendo aquello. Mientras tanto, la música estaba a todo volumen.
Lacroix notó a Carla como poseída viendo su colección de zapatos, le llamó la atención.
- ¿Carla? ¡Veo que te gusta mucho esto! ¡Estas como obsesionada!
- Sí, es una colección muy excelente. ¿Sabés una cosa, Alejandro? Conozco una historia donde una asesina serial iba asesinando deportistas y se llevaba las zapatillas y los zapatos de sus víctimas, y las guardaba en un lugar como este, con los nombres y todo, de los tipos que asesinaba.



- Boludeces – dijo Alejandro – puras leyendas urbanas, yo también oí que vos asesinastes a tu novio, a Emilio Di Marco, y a los demás, Pablo Giménez y Juan Pérsico.
- Y a muchos más, muchos más, soy una asesina, ja, ja – río Carla.
- Vos debes ser una asesina en la cama – le dijo Lacroix.
- Probemoslo.
Lacroix puso sus pies sobre una mesa, y Carla le sacó los zapatos, las medias, y empezó a acariciar, besar, lamer, chupar, y oler los pies del DJ. Estaban bastante bien, la verdad, que Carla quedó sorprendida en forma grata. Le hizo cosquillas, Alejandro estaba muy satisfecho con aquello. Tras el juego de los pies, pasaron al sexo total, de manera muy intensa y salvaje, tanto, que la música, que nunca paró, parecía elevarse de volumen mientras Carla y Alejandro cogían.



- Qué bueno que te dediques a vender zapatos – dijo el DJ al finalizar el sexo, muy cansado pero feliz con la experiencia – de lo contrario, no te hubiera conocido, de esta manera, claro, ya te había visto en Kuarzo.
- Soy la única viva de los que estábamos en Kuarzo aquel día.
- Somos dos, vos y yo, los demás pobres están muertos, asesinados – le aclaro el DJ.
- Solo yo, Alejandro, porque vos, también estas muerto, te asesinaré en este instante – y Carla, con sus guantes negros, levanto un enorme cuchillo en forma de katana – te asesinaré como la gran Ravelia, la Quesona, asesinó a otro Alejandro, a Alejandro Fantino.
- ¡Nooooooooooooooooooooooooo! – grito el DJ aterrorizado y presa del pánico.
Pese a los gritos, y a la resistencia física que como hombre podía oponer, la furia de la asesina pudo más que todo. Fueron treinta y seis puñaladas, una tras otra, hechas con aquel cuchillo en forma de katana. La asesina le dejó clavado el cuchillo en el pecho, tal como Ravelia había hecho con Alejandro Fantino.
- Queso. Alejandro Lacroix – dijo la asesina tirando el Queso sobre el cadáver de su víctima.
Carla se llevó todos los zapatos de su víctima, sin excepción alguna, dotada de una fuerza que solo una Quesona puede tener, cuando está en trance de Quesonear a un chabón. En su colección pensaba poner un lugar especial para “los zapatos de Alejandro Lacroix”.


LA ASESINA DE LUCIANO DE CECCO

En la época en que aún había fiestas y reuniones sociales, o en una realidad paralela donde eso aún existe, o en una reunión clandestina que desafía al aislamiento obligatorio, lo que cada uno prefiera, ocurrió esto que les voy a contar ahora.

La modelo Carla Romanini concurrió a una de esas reuniones, la bella y rubia asesina estaba muy contenta pues se reencontró con muchas amigas a las que hacía tiempo que no veía. Recordó viejas anécdotas, se reía más de lo habitual y ya estaba con algunas copas de más, encima, las copas se notaban más pues casi no comía, y el alcohol tiene más efecto cuando el estómago esta vacío.

En algún momento, Carla notó que un muchacho alto, con aspecto de deportista, dotado de buenos pies, y un cuerpo muy espigado, se acercó a ella.

- Hola, ¿Vos sos Carla, no? ¡La novia de Emilio Di Marco!

- Sí, soy yo – contestó Carla, al mismo tiempo, que tembló al escuchar el nombre de su novio, al que había asesinado de numerosas puñaladas, al que le había tirado un Queso, y del que tenía el cadáver embalsamado en su departamento - ¿Vos quien sos? ¿De donde te conozco? La verdad no me acuerdo – mientras decía esto, con algún dejo de desprecio, Carla pensó “¿Y este Queso de donde salió?”.

- Soy Luciano De Cecco, jugador de vóley, juego en la selección y en la liga italiana. ¿No me recordas? Compartimos una fiesta, un casamiento, recuerdo, que nos divertimos mucho. ¿Y tu novio?

- Sí, puede ser, la verdad que concurró a muchas fiestas, mi novio esta en un viaje espiritual recorriendo el continente asiático – dijo Carla, mientras pensaba “en realidad lo asesiné a cuchillazos y tengo su cuerpo embalsamado” – pero que alto y patón que sos, pibe, ¿Luciano tu nombre?

- Sí, ja, ja, soy alto, sí, 1,94 metros, y buenos pies, buenos pies.

- Me gustaría ver esos pies – dijo Carla, mientras pensaba “No tenía intención de asesinar a nadie hoy, vine a una fiesta, pero este chabón vino solo ante mí, y soy una asesina, una depredadora a la que no se le escapa ninguna presa”.

- ¿En serio queres ver mis pies?

- Sí, pero no aca, en medio de todos. Decime un lugar.

- Bueno, Carla, te espero en el hotel donde me alojó. Desde aquella fiesta te tengo ganas, esa vez estuvimos a punto de hacerlo, estabas muy borracha, ja, ja, y como bailabas.

Carla no recordaba nada de aquella fiesta ni tampoco al voleibolista Luciano De Cecco, no sabía ni a cual se refería, aunque pensó que sí, que debía ser cierto eso de que estaba muy borracha, lo cierto es que después de ese encuentro, Carla ya no pudo disfrutar más de la reunión, estaba desconcentrada, y como la gran asesina que era solo podía pensar en De Cecco como su siguiente víctima. Se dio cuenta que el voleibolista ya no estaba en la fiesta, saludó a sus amigas, adujo un compromiso profesional que tenía al día siguiente a hora muy temprana, y se fue al hotel donde estaba el voleibolista. 

Un hotel muy importante, donde otra Quesona Asesina, Carla Conte, había cometido varios asesinatos. Carla, como toda gran asesina, y como toda gran Quesona, llevó un bolso donde tenía las armas y los Quesos. No tuvo problemas en entrar al hotel y buscar la habitación señalada. Esa extraña impunidad que siempre tienen las Quesonas la acompañaba una vez más.

Carla estaba por tocar la puerta donde se encontraba Luciano De Cecco, cuando por el pasillo, apareció otro tipo, con toda la pinta de ser también jugador de vóley, aún más alto que De Cecco, este medía más de dos metros y era más patón.

- Hola piba – le dijo el chabón a Carla – Vos debes ser la rubia que va a pasar la noche con Luciano.

- Sí, soy yo – contestó Carla, mientras pensó “Que tipo desagradable, que asco me da” y le preguntó - ¿Y vos quien sos?

- Soy Pablo Crer, de la selección de vóley, campeón panamericano y olímpico de Londres de 2012.

- ¿Campeón Olímpico? – mientras decía esto, Carla pensó “Pablo, como Pablo Giménez, el que se hacía llamar Pablo Sinema, el productor de Guido Kaczka, otra de mis víctimas, otras de las que más recuerdo. A ese lo asesiné a balazos, algo poco habitual en mí, amante de los cuchillos”.

- No, participante, ja, ja, sí, soy campeón panamericano.

- ¿Cuánto medís?

- 2, 05 metros.

- Que alto que sos. Mira Pablito, ahora voy a encontrarme con Luciano, pero te prometo que cuando termine con el, sigo con vos.

- Te espero, ¿Cómo te llamas?

- Caaaaaaarrrrrlaaaaaaaaaaaaaa – dijo Carla.

- Que bello nombre, nombre de asesina, ja, ja – dijo Pablo.

- Sí, nombre de asesina – pensó Carla, mientras pensaba “creo que tendré que tirar dos Quesos dos, pero que tipo tan desagradable y repugnante este Pablo”.

Carla entró por fin a la habitación de Luciano De Cecco, el voleibolista la esperaba, casi desnudo, con un calzoncillo como única prenda. 

- Hola Carla, te estaba esperando, sos hermosa, dale, haceme un streap tease.

- Con mucho gusto, Luciano.

Comenzó a sonar muy fuerte una música, primero la de “Nueve Semanas y Media”, despues rock pesado, temas de The Who, Led Zeppelin y Sex Pistols, la música a todo volumen, Carla se fue desnudando de a poco, ofreciendo un espectáculo digno de verse, mientras bailaba, le hacía cosquillas a Luciano, le chupaba los pies, agarró una botella de champagne y se la tiró completa al voleibolista, y mientras bailaba tomó un Queso, lo corto en cubos y se los iba tirando a Luciano, todo con mucha sensualidad, todo con mucho morbo, y entonces después de eso, Carla se zambulló en la cama y cogieron de una manera extraordinaria, Luciano quedó exhausto pero mu feliz, mientras se revolcaban en la cama, sintió como que Carla le daba mucha felicidad, un extasis de alto vuelto, algo extraordinario y único, pero que al mismo tiempo lo dejó sin fuerzas.

- Nunca la pasé mejor que hoy, sos algo fabuloso, Carla, pero me siento como si hubiera jugado veinticuatro horas seguidas al vóley.

- Ja, ja, ja – río Carla – y bueno, soy una gran amante, ja, ja.

- ¿Me dijiste que tu novio esta en un viaje espiritual?

- Eso le digo a la gilada, en realidad, mi novio esta muerto, asesinado, yo lo asesiné de numerosas puñaladas.

- ¿Qué estas diciendo Carla?

- Que lo asesiné de numerosas puñaladas – dijo Carla – de la misma manera en que te asesinaré a vos – y Carla, como salida de la nada, levantó un enorme cuchillo, que sostenía con sus guantes negros.

- ¡Noooooooooooooooooo! – gritó de terror Luciano De Cecco.

Carla entonces le asestó una brutal puñalada en el estomago, que le atravesó todo el cuerpo, luego una segunda, en el pecho, una tercera en el cuello, y así, le fue asestando puñalada tras puñalada, incluyendo cortes en los pies, las piernas y los brazos, hasta llegar a unas cincuenta y seis cuchilladas, una tras otra.

El cadáver de Luciano De Cecco, con las puñaladas y la sangre por todos lados, quedó en la cama, mientras Carla agarraba el Queso, otro de los Quesos que había llevado, un enorme Queso Emmenthal, y lo tiró sobre el cadáver del voleibolista.

- Queso – dijo Carla mientras tiraba el Queso – Luciano De Cecco.

Con total impunidad, la asesina se retiró del lugar del crimen, sabiendo que su obra estaba inconclusa. Tocó la puerta de la habitación donde estaba Pablo Crer. El otro voleibolista, el que medía 2,05 metros, la estaba esperando.

LA ASESINA DE PABLO CRER

- Hola Pablo – le dijo Carla – espero que la pasemos bien.

- Por supuesto, habrás hecho muy feliz a Luciano.

- Quedo muerto pobrecito – le dijo Carla.

- Ja, ja, ja, seguro yo tengo más aguante.

- Sí, seguro – le dijo Carla, mientras pensaba “que tipo desagradable”.

Esta vez Carla dejó el bolso a un costado, y comenzó un streap tease.

- No quiero streap tease, Carla, quiero cogerte – le dijo Pablo.

- Que tipo tan asqueroso – pensó Carla.

Resignada, interrumpió el streap tease y se zambulló en la cama, tal como sospechaba, Pablo era un amante asqueroso, cogieron y para el fue muy divertido, disfrutó mucho, ella lo hizo, digamos con profesionalismo y resignación, el hecho de pensar lo que iba a hacer momentos despues, le permitió pasar el trance de manera digamos digna, pero este Pablo le resultó un tipo de lo más asqueroso. Por momentos le hizo recordar a Matías Fioretti, el basquetbolista al que había asesinado con un machete, pero ese había sido un buen amante, este era un pelmazo.

- Gracias Carla, fue magnifico – dijo Pablo, al terminar, la cosa termino rápido, Carla le dio felicidad pero quería cortar lo antes posible.

- Hay otra sorpresa, pero para eso, tendrás que cerrar los ojos, Pablito.

- ¿En serio? – le preguntó Pablo -¿A ver?

Carla agarró una venda y se la puso a Pablo sobre los ojos. Este no veía nada. No vio que Carla se puso los guantes negros y del bolso sacó una espada, sí, una espada, y se acercó a el, puso la espada sobre el cuello de Pablo, que empezó a sentir el roce frío del filo de la espada.

- ¿Qué es esto, Carla? – preguntó Pablo, mientras sentía la espada sobre su cuello, con los ojos vendados.

- Lo dijiste hace un rato, cuando nos encontramos en el pasillo, ¿No te acordas? Carla, nombre de asesina.

- Sí, Carla – dijo Pablo Crer – Carla, nombre de asesina.

- Y en este caso de decapitadora de hombres, sos un tipo muy desagradable Pablo Crer, morirás ajusticiado como los villanos en otros siglos, ¡Te cortaré la cabeza!

- ¡Nooooooooooooooooo! – gritó aterrorizado Pablo Crer.

Carla entonces blandió la espada y le asestó una profunda herida en el cuello a Pablo, otra segunda herida y con la tercera, le arrancó la cabeza. No hubo más heridas. Carla contempló el cadáver de su víctima, decapitado, y le tiró el Queso, otro gran Queso Emmenthal.

- Queso – dijo Carla Romanini – Pablo Crer.

La asesina se fue del lugar del crimen, con la impunidad que suele rodearla, mientras se iba, se dio cuenta que unos empleados de limpieza, todos clones de Pablo Giménez (o Pablo Sinema), el productor de Guido Kaczka, que limpiaron las escenas de los dos asesinatos. Carla regresó a su departamento y colocó los nombres de sus dos nuevas víctimas en el mural que tenía.

- ¿Quién será el próximo? – pensó Carla Romanini – no lo sé aún, lo que sí, es que me gustaría resucitar a mi novio Emilio Di Marco, al productor Pablo Giménez y al basquetbolista Matías Fioretti, ¿para qué? Para asesinarlos de vuelta, una y otra vez, ja, ja, soy Carla Romanini, la Quesona Rubia, la Quesona Asesina, asesina de hombres.


Comentarios

  1. La irresistible y letal Carla Romanini, la rubia asesina, compartiendo su lugar con Carla Conte.
    Vestida y un poco desnuda al mismo tiempo.
    Streap tease, sexo con ella y luego morir, pero luego de tener placer.
    Aun ebria se mantiene alerta.

    Estaría bien que cumpla una misión de quesona, con Carla Conte.

    ¿Cuantas quesonas se necesitan para quesonear a Fabio "La Mole" Moli. Alguien que ha golpeado a un boxeador caído. Alguien que puede caerle mal a las Carlas asesinas.

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    Respuestas
    1. obvio, quedo olvidado entre las víctimas, merece ser asesinado de manera muy cruel, y propongo que sea por esta asesina

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    2. la Mole Moli es un tipo muy grosero, un grasa total, esta Carla es muy fina y distinguida, por eso coincido es la asesina ideal

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  2. es un disfrute leer estas historias, las de esta asesina, la verdad, me encantan, muy buena historia, bastante asqueroso ese Pablo Crer, quizás el otro no merecía el Queso, pero el pablo sí, ja, ja

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  3. brillante Carla Romanini, para mí la mejor asesina, al menos la que más me calienta

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  4. QUE ASESINA QUE ASESINA ESTA PARA PARTIRLA COMO UN QUESO!!!!

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  5. volviste Quesón, como te gusta esta asesina

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  6. a mi no me joden, esta mina es asesina en serio en la vida real

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  7. la verdad que siempre escribís lo mismo, asesinatos con queso, y sin embargo, me gusta, buen cuento, gran personaje esta asesina

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